Las incapacidades permanentes son situaciones en las que un trabajador se ve afectado en su capacidad laboral de manera irreversible debido a enfermedad o lesión. Estas situaciones pueden clasificarse en diferentes grados según la magnitud de la limitación funcional que experimenta el individuo.
Las incapacidades pueden derivar de enfermedad común, accidente no laboral, accidente laboral o enfermedad profesional.
Existen cuatro tipos principales de incapacidades permanentes en nuestro país:
1. **Incapacidad Permanente Parcial (IPP):** Se concede cuando el trabajador sufre una disminución no inferior al 33% en su rendimiento laboral habitual, pero aún puede desempeñar sus tareas esenciales.
2. **Incapacidad Permanente Total (IPT):** En este caso, el trabajador no puede realizar las funciones fundamentales de su profesión habitual, pero sí puede llevar a cabo otras actividades laborales. Lleva aparejada una pensión equivalente al 55% de la base reguladora que puede aumentarse hasta el 75% cuando la persona trabajadora cuenta con 55 o más años de edad.
3. **Incapacidad Permanente Absoluta (IPA):** Esta categoría implica que el trabajador está incapacitado para cualquier tipo de trabajo. Se le otorga una pensión equivalente al 100% de la base reguladora y, en algunos casos, una asistencia sanitaria vitalicia.
4. **Gran Invalidez:** Es la situación más grave, donde el trabajador, además de estar totalmente incapacitado para trabajar, necesita la asistencia de otra persona para realizar actividades básicas de la vida diaria. Se concede una pensión del 100% de la base reguladora y una prestación adicional para la persona que brinda la asistencia.
El proceso para obtener el reconocimiento de una incapacidad permanente implica la evaluación médica por parte del Instituto Nacional de la Seguridad Social (INSS). Es importante contar con informes médicos detallados que respalden la solicitud y con el asesoramiento de especialistas en derecho laboral y de la seguridad social que le guíen en el proceso.
Además, es posible recurrir las decisiones desfavorables y solicitar revisiones periódicas en caso de mejoría o empeoramiento de la situación de salud.